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Monumentos contemporáneos, la nueva simbología e identidad citadina.

Por Minerva Ramírez Torres/Socióloga, Feminista, Urbanista*


La gestión y el cuidado del paisaje urbano, sobre todo en ciudades “turísticas”, son elementos estratégicos en los planteamientos de Hermanamiento de ciudades. Los circuitos culturales o monumentales son motivo de intercambios entre ciudades y de la cooperación internacional; inversión, mantenimiento y donaciones de espacios, monumentos y mobiliario urbano son conceptos comunes de los Acuerdos de Hermanamiento.


Ahora bien, el contexto ha cambiado y con este, las representaciones urbanas simbólicas para la ciudadanía. Para quienes nacimos o habitamos en la Ciudad de México, se podría pensar que tenemos una habitual costumbre a la presencia de los monumentos y esculturas que adornan las principales avenidas de esta ciudad capital, tal como las existentes en el majestuoso Paseo de la Reforma o en la tan visitada Avenida Juárez. Para algunos, recorrer estas grandes avenidas puede significar un viaje a la historia e identidad de México, siempre que se tenga la información y conocimiento suficientes sobre el significado y anécdotas que guardan estos emblemáticos monumentos. Por ejemplo, el Ángel de la Independencia, que en realidad es una Victoria Alada, columna construida en 1900 e inaugurada para conmemorar el centenario de la independencia de México y cuya modelo fue Ana María Mazadiego Fernández; o el Hemiciclo dedicado al presidente Benito Juárez ubicado en la Alameda Central e inaugurado en 1910 en conmemoración del centenario de la independencia; también el Monumento a la Revolución ubicado en la colonia Tabacalera que originalmente sería el nuevo edificio parlamentario de México y cúpula del palacio legislativo, y que con el estallido de la revolución mexicana se detuvo su construcción y terminó convirtiéndose en monumento y mausoleo en donde descansan los restos de personajes importantes de la lucha revolucionaria. Así los datos y memorias detrás de cada uno de estos y otros tantos significativos como el Palacio de Bellas Artes, la Glorieta Colón, El Caballito, la Diana Cazadora, Altar a la Patria en Chapultepec, Monumento a Cuauhtémoc en Insurgentes, etcétera y en cuya construcción podríamos pensar que pervive una razón histórica de su creación en contextos específicos de la Ciudad de México y del país en su conjunto, tanto como la que supone cualquier otro monumento o escultura histórica ubicados en cualquier otra ciudad cosmopolita del mundo.

Comúnmente los monumentos históricos no solo son adornos urbanos, también se convierten en espacios e imágenes icónicas, representativas y simbólicas de las grandes urbes. Para el caso específico de nuestra ciudad, e incluso para otras más del país, el reflejo simbólico de los monumentos históricos se ha transformado, ha sido trastocada esa esencia o idea “inmaculada” del espacio intocable, preservable, venerable. Ningún otro movimiento social como el Feminista cometió la osadía de cuestionar fuerte y contundentemente claro la realidad mexicana contemporánea, la problemática social por la que atraviesan miles de mujeres, el feminicidio, la desaparición y la violencia hacia las mujeres y niñas. Desde hace ya medio lustro, son las “pintas” de consignas en los principales monumentos de la ciudad capital y otras, el principal escenario de la protesta, con leyendas como “nos están matando”, “no estamos todas” y "Ni una más, ni una asesinada más", el movimiento feminista con sus activistas busca visibilizar la problemática atroz por la que atraviesan las mujeres y niñas mexicanas. No existe ya tributo alguno a las “piedras y paredes”, se lee, “Quisiera ser monumento para que se indignen si me tocan” o "¡Violan mujeres, protegen monumentos!”, se cuestiona al Estado, “¿por qué he de respetar a tu monumento si tu no proteges mi vida ni me garantizas justicia?”, y por el contrario, están presentes ahora los nuevos monumentos representativos de las nuevas generaciones, los rojos como la sangre, la Antimonumenta frente al Palacio de Bellas Artes, los 49 niños y niñas del ABC sobre Reforma frente al edifico del IMSSS, los 65 caídos de Pasta Conchos frente a la BMV, el conmovedor de los 43 estudiantes de Ayotzinapa frente a la esquina de la información. Ahora estos son los nuevos monumentos que simbolizan la historia reciente, son los puntos de encuentro para la digna protesta, el canto y la danza, adornados con flores, cruces y veladoras, y respetados por las radicales y otros.


Los monumentos representan un pedazo de historia de cada etapa importante de la sociedad, no son solo espacios que configuran la urbe, ni adornos del espacio construido, ahora son puntos de referencia con memoria y dolor de acontecimientos jamás nunca deseados para nadie, se dice que ahora son los nuevos escenarios para el grito de las que no están, de la justicia, de los que no perdonan ni olvidan…

Así, se ha identificado uno de los efectos de la pandemia de COVID-19, se han visibilizado las violencias en nuestra sociedad, sin demeritar la gravedad de todas ellas, la violencia contra las mujeres y niñas que adquiere una relevante importancia por ser una de las violaciones de los derechos humanos más graves, extendidas, arraigadas y toleradas en el mundo. Los grupos y colectivas de mujeres toman al espacio público como estrategia de denuncia, lucha y protesta frente a las violencias cotidianas, públicas y privadas, familiares y del Estado.



*Minerva Ramírez Torres/Socióloga, Feminista, Urbanista

Socióloga y maestra en urbanismo, egresada de la UAM- Azcapotzalco; activista en el movimiento estudiantil de la UNAM en 1985; integrante del PRD hasta 2011 y fundadora de Morena, he desempeñado diversos cargos en la administración pública del gobierno de la Ciudad de México a partir de los gobiernos democráticos iniciados con Cuauhtémoc Cárdenas. Integrante del colectivo Feministas Socialistas en donde participé en la coordinación, organización y logística de diversos foros: Feminicidio, Las Mujeres y la Economía Hoy, Mujeres, Trabajo y Reforma Laboral, Trata, y Mujeres Indígenas y Feminismo, en sedes como Casa- Museo de la Memoria Indómita, Sipam, entre otros. He participado en talleres sobre Derechos Humanos de las Mujeres, Violencia de Género, Salud y reproducción de las Mujeres; en diversas actividades vinculantes con el Pacto por la Vida, la Libertad y los Derechos de las Mujeres. Asistente y participación en los Encuentros Nacionales Feministas desde 2013; coordinación, elaboración y difusión de diversos documentos feministas y de género. Actualmente integrante de la Comisión política de organización Las Constituyentes MX.



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